Reflexiones personales sobre fisioterapia para empresas.

Termino un ciclo de diez años prestando servicios de fisioterapia dentro de las empresas para embarcarme en otro que suma todos mis conocimientos a los de expertos en recursos humanos para crear algo mucho más grande. Es el momento de hacer un breve resumen de mi experiencia durante ese tiempo.

En abril del año 2010 comencé una aventura laboral prestando un servicio que en aquellos momentos empezaba a escucharse dentro del mundo empresarial. Se trataba de pasar consulta dentro de las instalaciones de grandes oficinas. Las empresas proporcionaban un espacio a modo de consulta y yo debía acudir los días y las horas especificadas a realizar tratamientos a los trabajadores que lo solicitaran. Las empresas además de proporcionar el espacio y facilitar el horario para utilizar el servicio, subvencionaban una parte del mismo. Ese mismo año empecé en una consultora, en una farmacéutica y en una entidad bancaria.

Como fisioterapeuta fue enriquecedor desde el primer momento. Trabajar dentro de las propias instalaciones me hacía empatizar más fácilmente con los clientes, era más sencillo identificar problemas posturales o conductuales, permitía comprender el propio clima laboral y las somatizaciones que podían producir y en ocasiones incluso acompañaba a algunos de ellos a sus puestos de trabajo para estudiar los problemas in situ.

Descubrí que muchos trabajadores era la primera vez que acudían a una consulta de fisioterapia, ya que no sólo era económico, cómodo y práctico, sino que eran los propios compañeros los que le insistían en hacerlo. El boca a boca dentro las empresas fluía con mayor celeridad que en mi consulta privada, casi parecía que a los trabajadores se les contagiaban las ganas de acudir al fisio.

Con el paso del tiempo tratar a un colectivo que trabaja dentro de las mismas instalaciones con el mismo ambiente psicosocial y el mismo horario permite descubrir patrones, fallos, problemas en las instalaciones, vicios posturales y carencias. Todo esto aporta mucho conocimiento al fisioterapeuta, pero también a la propia empresa. En una de las empresas, por ejemplo, las sillas eran un verdadero problema, en otra las carretillas elevadoras del almacén producían problemas cervicales y también descubrí que el estrés provocado por los plazos de entrega o por alcanzar objetivos “agarrotaban” la musculatura de forma específica.

Poco a poco fui creciendo y enriqueciéndome como profesional de modo que llegado un momento al notar las tensiones musculares y conocer el puesto de trabajo era capaz de lanzar hipótesis sobre los mecanismos de lesión de determinadas zonas contracturadas. “Tu debes cruzar la pierna derecha sobre la izquierda”, “Imagino que tienes el monitor en la izquierda”, “Seguro que te sientas en el borde de la silla” eran algunas de mis frases cuando buscaba el origen de las lesiones. Es obvio que los fisioterapeutas debemos tratar lesiones, pero casi más importante es ayudar a nuestros clientes a prevenirlas y el conocimiento que proporciona todo lo comentado anteriormente lo hace mucho más fácil.

Sin duda estos diez años visitando empresas me han hecho crecer mucho, han abierto mi mente y he comprendido muchos de los entramados empresariales ya que escuchar y ayudar a trabajadores de una misma empresa pero con puestos de trabajo distintos dan una visión amplísima de la misma. Mozo de almacén, encargado, comercial, administrativo, recepcionista, director, limpiador… detrás de todos los puestos hay personas y todas las personas necesitan un fisioterapeuta.

Ahora mi experiencia guiará no sólo a otros fisioterapeutas si no a muchos otros sanitarios a llevar estos servicios a todas las empresas que entiendan que la salud de su negocio comienza por la salud de sus trabajadores.

Raúl García Zapater

Fisioterapeuta

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